André Marques, de 45 años, dejó de ser un guardafrenos desconocido de Carris, la empresa de transporte municipal de Lisboa, el día de su muerte: el miércoles 3 de septiembre. Los 50 segundos que estuvo al frente de un funicular condenado a despeñarse por una rampa con un 18% de inclinación media tras una cadena de fallos le convirtieron en “un héroe”, en opinión del alcalde de Lisboa, Carlos Moedas.